Cada uno de nosotros se topa durante la vida con películas que gusten o no, o sean buenas o no, marcan generaciones completas, convirtiéndose incluso muchas de ellas en íconos de la cultura pop. Karate Kid el videojuego es basado en las películas 1 y 2 de esta saga estadounidense lanzada en el año 1984 dirigida por John G. Avildsen, la serie de películas continúa con Karate Kid II (1986), Karate Kid III (1989), El nuevo Karate Kid (1994), la serie Cobra Kai, además de la película The Karate Kid (2010) que está basada en la película con el mismo nombre del año 1984.

Lo que nos acá nos congrega es el videojuego de Karate Kid para la Nintendo 8 bits que es en realidad una adaptación de las dos primeras películas. El primer nivel es una recreación del torneo que se realiza al final de la película original, siendo protagónica por supuesto la patada de grulla para ganar el evento. Continúa el juego teniendo lugar en Okinawa, que es la ubicación de la segunda película. Este abrupto salto entre los eventos de ambas películas es por supuesto una forma de adaptar el material original, ya que quizás el argumento que ofrecían la películas no brindaba el contexto suficiente para llegar a ser compatible con los videojuegos, pero eso no detuvo a los editores en los años 80.

El primer nivel es esencialmente un juego de lucha uno a uno, pero después de eso, el juego es un «extraño beat-‘em-up» de desplazamiento lateral. Vas desde el lado izquierdo de la pantalla y corres hacia la derecha, como es la ley en los juegos de plataformas, básicamente pateas a cualquier rival con el que te topes durante el recorrido.

Podemos asumir que cualquier tema se puede convertir en un beat-‘em-up, en este apartado Karate Kid hace lo que puede sin ser notable o revolucionario en lo absoluto comparado con los estándares de la época por supuesto. Los movimientos del personaje son realmente torpes lo que deriva en un gameplay difícil y a la vez frustrante. La mayoría de los enemigos mueren de un solo golpe, independientemente de si los estás tocando con las manos o los pies. Esto cambia en el último nivel pues los enemigos son un poco más difíciles de superar.

El juego tiene errores tales como que solo permite dos enemigos en la pantalla a la vez, por lo que si saltas sobre dos de ellos y los conduces a través del nivel, no aparecerán más y puedes caminar hasta el final. Es como hacer trampa, excepto que solo estás aprovechando la programación simplista que impusieron sus creadores.

Hablando de programación simplista, tanto la patada de gruya como el golpe de tambor son movimientos que se deben realizar sin mover al personaje en ninguna dirección permaneciendo quieto y presionando el botón de patada o golpe. Esto usa un recurso limitado que obtienes a través de minijuegos y durante el recorrido del juego. Eso si el juego demanda que avances en todo momento, de lo contrario, solo desperdicias tus ataques especiales. Es impresionante porque logra ser simple, confuso y sin sentido al mismo tiempo.

No es que estos movimientos sean indispensables, excepto quizás para la batalla del jefe al final. Pero cuando la mayoría de los enemigos mueren de un solo golpe durante la mayor parte del juego, no hay mucho interés en golpearlos con más fuerza.

Tienes tres vidas para superar cuatro niveles, y aunque puede que te lleve algunos intentos ver el final, Karate Kid es un juego desconcertantemente corto. Daniel-san cambia su atuendo tres veces a lo largo del juego, lo cual es impresionante considerando que hay muy poca variación en todo lo demás. Alguien realmente pensó que el protagonista necesitaba cambiarse de ropa, por supuesto que esto es un guiño a los distintos ambientes que se mostraban en las películas.

El recorrido plataformero no es muy divertido, en realidad esta parte del juego es la que puede desconcertar por las trabas de gameplay, mecánicas repetitivas y frustración hechas pixeles para aquellos que lleguen a jugarlo. Sin embargo este juego no es el peor juego basado en un a licencia lanzado para la NES. El juego de una manera extraña te reta a que continúes adelante, máxime si has visto las películas antes de jugarlo.

Son los guiños de los pequeños minijuegos y esa búsqueda por dar sentido a la narrativa basada en las películas lo que salva el hecho de querer probar (o de haber jugado en su momento) Karate Kid.

Karate Kid es realmente uno de esos juegos basados en licencias cinematográficas que lamentablemente solo pretendían ser un producto de temporada para engrosar las cuentas bancarias de algunos pocos interesados.

Este es un juego que muchos pueden llegar a descartar con tan solo prenderlo y jugarlo por unos segundos, pero aquellos que lleguen a superar todas sus etapas es muy probable que atesoren la experiencia paradójicamente no por lo que esta ofrece, sino por haber jugado y superado un juego que representa a toda una generación por su trasfondo popular y es sin duda un muestra de los límites a los que se enfrentaban los creativos de aquella época, lo que viene siendo un símil de las películas, luchar por superar eventos adversos con los que todos nos topamos en nuestras vidas.

Recorrido completo de Karate Kid

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